En algunas aulas de China, una especie de barandilla anclada al pupitre separa al niño de la mesa y mantiene a una distancia prudencial su vista del libro. En otros colegios, los críos portan un sombrero con una bola que baila sobre el ala: si la pelotita se cae, significa que los chavales han agachado mucho la cabeza y se han acercado demasiado al cuaderno. Todas esas pintorescas iniciativas están pensadas para combatir el auge de la miopía, especialmente disparada en algunos países asiáticos y en expansión en todo el globo. Los expertos advierten de que, auspiciado por el abuso de pantallas y el descenso de actividad al aire libre, este defecto óptico no para de crecer y auguran que para 2050 la mitad de la población mundial tendrá miopía.