Hay un tratamiento contra el cáncer que, en apenas una década, ha revolucionado el pronóstico de los tumores de la sangre. Es la terapia celular CAR-T, una inmensa obra de ingeniería genética que consiste en extraer linfocitos T del paciente —un tipo de células inmunes que se encargan de la defensa del organismo—, modificarlos en el laboratorio para hacerlos más efectivos y devolverlos al enfermo para que puedan combatir mejor el tumor. Parece ciencia ficción, admiten sus impulsores, pero es tan real como que ya ha regalado miles de victorias impensables. Y las que le quedan. La terapia CAR-T se ha consolidado con éxito en el tratamiento de un puñado de cánceres hematológicos, como algunas leucemias o linfomas, pero todavía tiene una asignatura pendiente: los tumores sólidos, donde no ha conseguido resultados favorables. Una investigación publicada este miércoles en la revista Science Advances, sin embargo, abre un nuevo filón para llevar esta revolucionaria terapia celular más allá del cáncer de la sangre: en un estudio en modelos animales, científicos del Centro Oncológico Montefiore Einstein de Nueva York han demostrado que una versión más potente y optimizada de los CAR-T mejora la supervivencia en ratones con un tumor cerebral, cáncer de páncreas y de pulmón.
La revolucionaria terapia celular CAR-T busca abrirse paso más allá del cáncer de la sangre
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