Hace unas semanas se supo que un orangután se aplicaba un emplasto a base de una planta medicinal en una fea herida que tenía en la cara. Ahora, a miles de kilómetros, en otro continente, se da a conocer que otro gran simio, el chimpancé, usa un abanico de vegetales, desde hojas a corteza de árboles, para tratar sus males. El análisis de estas plantas, algunas habituales de la medicina tradicional, ha demostrado que la mayoría tiene actividad antimicrobiana y, un tercio, antiinflamatoria. Los autores de este trabajo creen que los grandes simios podrán ayudar algún día a los humanos a descubrir nuevos fármacos.