El biólogo Jacob Hanna es uno de los mejores científicos del planeta. En su laboratorio del Instituto Weizmann de Ciencias, en la ciudad israelí de Rejovot, su equipo coge células de la piel de personas y las reprograma de tal manera que son capaces de autoorganizarse y formar una estructura muy parecida a un embrión humano. Hace justo un año, Hanna anunció al mundo que había logrado recrear un embrión de 14 días, pero no se detendrá ahí. El investigador, nacido en una familia palestina cristiana en Rameh (Israel) hace 44 años, quiere cultivar una estructura viva lo más similar posible a un feto humano, ya con bracitos y piernas, de la que, según vaticina, se podrían obtener células para trasplantes personalizados. Si una persona tiene leucemia, se podría generar un feto con sus propias células y conseguir repuestos.