Uno de los mayores quebraderos de cabeza para la aplicación de la física microscópica, el ruido, ha permitido el desarrollo más prometedor de la medicina de precisión y preventiva: los sensores cuánticos. Cualquier interacción altera el estado de una partícula y esta inestabilidad es una de las mayores limitaciones de la computación con esta ciencia, que necesita controlarla o corregirla. Sin embargo, el físico de la Universidad de Murcia Javier Prior, especializado en biología, termodinámica y sensores cuánticos, ha convertido esta desventaja en una enorme oportunidad para abrir un campo inédito a partir de la identificación de cualquier alteración al más mínimo nivel celular en sus primeros pasos. Nanométricos diamantes puros sirven para albergar partículas que reaccionan ante cualquier anomalía en el desarrollo de las mínimas unidades biológicas y permiten identificar la disfunción en la etapa inicial o en un microfluido del cuerpo. Es una microscópica baliza que lanza señales cuando detecta el primer signo fisicoquímico de una incipiente tormenta celular.