Despega la misión no tripulada de la NASA Artemis, tras cuatro intentos fallidos

El nuevo cohete lunar de la NASA despegó en su primer vuelo con tres maniquíes de prueba a bordo, a primera hora de este  miércoles.

Es un programa de prueba para que Estados Unidos vuelva a poner astronautas en la superficie lunar por primera vez desde el final del programa Apolo hace 50 años, y cuyo objetivo final es establecer presencia humana en la Luna como un paso previo para llegar a Marte.

La última misión de la NASA en la que sus astronautas pisaron la Luna se remonta a Apolo 17, que se llevó a cabo entre el 7 y el 19 de diciembre de 1972.

La NASA quiere poner a prueba en este viaje 50 años después las capacidades del sistema de lanzamiento espacial (SLS) y de la nave Orión, que orbitará la Luna, antes de un viaje tripulado.

Artemis I lleva también al espacio 10 pequeños satélites CubSat que de manera autónoma realizarán diversas investigaciones científicas.

La NASA tuvo que retrasar cuatro veces la partida de la misión, dos por causas meteorológicas, pero también en otras dos ocasiones por motivos técnicos.

La lucha contra la crisis climática pasa necesariamente por el coche eléctrico

Un coche eléctrico con acabados futuristas cargando en su estacionamiento.

El transporte es uno de los sectores que más contribuyen al cambio climático. Esta actividad, basada mayoritariamente en el petróleo, consume una tercera parte de toda la energía final en los países comunitarios, según datos aportados por la Unión Europea. Pero mientras que otros sectores económicos clave, como la producción de energía o la industria, han reducido sus emisiones desde 1990, las del transporte han aumentado. Actualmente, éstas representan más de una cuarta parte de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la UE.

Unas cifras que coinciden con la realidad española. Según indica el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográficoel transporte representa un 27,7% del total de emisiones CO2 del país. Solo las del transporte por carretera suponen el 25,6% del total, de las que los turismos son responsables del 60%, seguidos de las furgonetas, con aproximadamente un 30%.

Por este motivo, la electrificación del parque automovilístico se ha convertido en un objetivo prioritario a nivel nacional y europeo. Los coches eléctricos no generan emisiones, lo que disminuye la contaminación del aire, al mismo tiempo que benefician al medio ambiente y a la salud de las personas, ya que ayudarían a evitar decenas de miles de muertes prevenibles todos los años. Además, la mayor parte de sus componentes son reciclables, incluidas las baterías, que están fabricadas con iones de litio, por lo que su impacto ambiental es muy bajo en todos los sentidos.

Neutralidad climática de la UE en 2050

La Comisión Europea ha diseñado una hoja de ruta para descarbonizar el transporte comunitario y alcanzar la neutralidad climática a mediados de siglo. El objetivo es que el coche eléctrico despegue definitivamente y sustituya al de motor de combustión, para lo que Bruselas pretende dejar de vender vehículos nuevos de gasolina y diésel en 2035.

Bruselas plantea dejar de vender en 2035 nuevos coches de gasolina y diésel para reducir las emisiones de CO2

Bruselas plantea dejar de vender en 2035 nuevos coches de gasolina y diésel para reducir las emisiones de CO2

Recientemente, la Organización Meteorológica Mundial y la ONU han emitido sendos informes que vuelven a ser demoledores y dibujan un horizonte muy oscuro para el futuro del planeta. En 2020, los gases de efecto invernadero volvieron a marcar un nuevo récord, a pesar de la relativa reducción de emisiones que provocaron los confinamientos y los parones a nivel mundial debido a la pandemia de COVID-19.

En sus conclusiones, advierten una vez más de que el resultado del calentamiento del planeta será la proliferación de fenómenos meteorológicos extremos, como episodios de calor intenso, lluvias torrenciales, derretimiento de las masas de hielo, subida del nivel del mar y acidificación de los océanos. Unos eventos que, más allá de su impacto directo en la vida de miles de millones de personas, tendrán repercusiones socioeconómicas muy graves.

«La electrificación del transporte es fundamental. Este subsector es el mayor emisor de gases de efecto invernadero en países como España, y es necesario que consigamos quitar ese elevado número de emisiones», expone a RTVE.es Sergio Bonati, técnico de Clima y Energía en WWF España, quien matiza que «también es indispensable que la electricidad que consuman estos vehículos provenga íntegramente de energías renovables, para garantizar que todo ese uso no tenga emisiones».

Las matriculaciones de coches eléctricos han aumentado un 32% este octubre

Transición energética

Por lo tanto, la descarbonización del parque automovilístico implica una transición energética que cambie la manera de producir electricidad, y apueste exclusivamente por formas renovables. La generación de electricidad, ahora basada sobre todo en combustibles fósiles, es otro de los sectores que más dióxido de carbono genera, a pesar de que las emisiones se han conseguido reducir en los últimos años en países como España. «Aquí se está apostando fuerte por el desarrollo de energías renovables, y además tenemos muchos recursos para cimentar el sector eléctrico sobre estas tecnologías, a través de sol o recursos eólicos. Lo que necesitamos es un despliegue mayor de estas energías limpias, y junto con ello medidas de apoyo, como almacenamiento a gran escala, o mejores interconexiones con otros países, que permitan que nuestro sector eléctrico renovable sea completamente fiable y todo el sector del transporte se pueda nutrir de esa electricidad», asegura Bonati.

En esta misma línea, el experto en movilidad sostenible Roberto Álvarez Fernández subraya que el vehículo eléctrico solo será rentable ecológicamente para el planeta «cuando se utilice energía verde para recargarlo», ya que «si la energía no es verde, y depende de combustible fósil, mejorará la cosa, pero no mucho». «Por ejemplo, no tiene sentido llenar de vehículos eléctricos a Polonia, porque su energía eléctrica proviene de centrales de carbón, y aunque los vehículos no tengan tubos de escape, al final los estás trasladando a la central«, opina.

Aunque este especialista expresa sus dudas sobre la posibilidad de que vaya a cambiarse íntegramente la manera de producir la electricidad, utilizando solo energías renovables. «En España, la energía solar y eólica no darían abasto, y habría que tirar de energía sucia, que es lo que está pasando con el gas. Entonces, ese coche eléctrico del futuro, con baterías de alta capacidad energética, va en contra de la sostenibilidad del sistema. Llegar, llegaremos seguro, pero también nos encontraremos en un punto de sostenibilidad crítica«, augura este profesor e investigador de Ingeniería eléctrica en la Escuela Politécnica de la Universidad Antonio de Nebrija.

«Tendremos que cambiar nosotros. Si vamos a sustituir el vehículo de combustión por el eléctrico, pero copiando las utilidades, no vamos a tener éxito, porque al final no vamos a poder alimentar al vehículo eléctrico con energía limpia», continúa desarrollando, al mismo tiempo que aboga por «buscar otro sistema, con transporte público y vehículos compartidos». «El problema es que estamos muy ligados al coche, y lo que tenemos que hacer es desvincularnos en cierta manera del uso del coche, y eso nos lleva a cambiar nuestros hábitos de vida. Pero lo vamos a tener que hacer, por activa o por pasiva», advierte.

Solo un 6,3% de coches con bajas emisiones

En España, los turismos son responsables del 15% de las emisiones totales de CO2, según un informe publicado a finales de septiembre por OBS Business School. Las ventas de vehículos total o parcialmente eléctricos supusieron un 30% del total durante 2020, aunque de ellos solo el 6,3% ayudarían a conseguir los objetivos de descarbonización, correspondiente a vehículos totalmente eléctricos (BEV) y vehículos híbridos enchufables (PHEV). En línea con la hoja de ruta europea, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) aspira a alcanzar los cinco millones de vehículos eléctricos en 2030 (entre eléctricos puros e híbridos enchufables), antes de renovar completamente el parque automovilístico en 2050.

«Llevamos mucho tiempo con actividades y estilos de vida que nos han conducido a la situación en la que estamos hoy, y hemos llegado a un punto que no se puede revertir por completo. Lo que sí que podemos hacer es limitarlo al máximo para que las consecuencias no sigan creciendo exponencialmente», manifiesta Sergio Bonati, de WWF España, quien indica que «aún tenemos una ventana de oportunidad muy pequeña para poder limitar el incremento de la temperatura a unos niveles que no supongan un riesgo tan elevado, pero para poder lograrlo hay que actuar con muchísima ambición y hacerlo en un periodo muy breve de tiempo».

«Es fundamental que descarbonicemos el transporte de forma rápida. Lo que hacen falta son señales más fuertes y más claras para el sector, para que se vaya abandonando paulatinamente todos los vehículos de combustión en esta década y en la siguiente, y así favorecer el vehículo eléctrico», determina.

La misión DART de la NASA se estrella contra un asteroide para intentar desviarlo

La nave espacial DART ha colisionado contra una roca espacial inofensiva para cambiar su órbita, una táctica que podría utilizarse algún día para evitar que un asteroide más peligroso impacte en la Tierra.
El cohete DART preparado para su lanzamiento

A casi 11 millones de kilómetros de la Tierra, una nave espacial que viajaba a más de 22 530 kilómetros por hora se ha estrellado esta madrugada española contra un pequeño y desprevenido asteroide que, durante eones, había estado flotando en el espacio sin ser molestado.

La colisión entre la nave espacial Double Asteroid Redirection Test (DART, dardo en inglés) de la NASA y una roca de 152 metros de ancho llamada Dimorphos, que tuvo lugar a las 01:14 a.m. (hora peninsular española), marca la primera vez que los humanos han cambiado intencionalmente el curso de un objeto celestial. También es la primera prueba de una audaz estrategia que podría utilizarse para desviar cualquier asteroide futuro que esté en curso de colisión con la Tierra.

Aunque los científicos confían en que un asteroide lo suficientemente grande como para causar la extinción de todo el planeta no amenazará a la Tierra durante al menos 100 años (después de los cuales es difícil predecir sus órbitas), todavía es posible que nos sorprenda una roca más pequeña, potencialmente destructora de ciudades, procedente del espacio. Y con el tiempo, ya sea en cientos, miles o millones de años, es casi seguro que la vida en la Tierra se enfrentará a una amenaza existencial de un asteroide.

(Relacionado: La NASA envía una nave que se estrellará contra un asteroide para ensayar cómo salvar la Tierra)

«No me quita el sueño que los asteroides destruyan la Tierra, pero me entusiasma la idea de vivir en un mundo en el que podamos evitarlo en el futuro», afirma Nancy Chabot, del Laboratorio de Física Aplicada (APL) de la Universidad Johns Hopkins, en Laurel (Maryland; Estados Unidos), que gestiona la misión DART. «Éste es sólo el primer paso, pero ¿no es emocionante que pasemos de la ciencia ficción a la realidad científica?».

Dentro de la Instalación de Procesamiento de Carga Útil de SpaceX en la Base de la Fuerza Espacial de Vandenberg, en California, las dos mitades del carenado protector de la carga útil de un cohete Falcon 9 se mueven para encerrar la nave espacial de la NASA Double Asteroid Redirection Test (DART) el 16 de noviembre de 2021.

Para practicar la conformación de esa realidad, la NASA envió a DART a toda velocidad hacia su desaparición. A medida que se acercaba, la nave espacial tomaba furiosamente imágenes de Dimorphos, que rápidamente pasó de ser un puntito de luz a llenar su campo de visión, hasta el momento del impacto, cuando todo se oscureció.

Dimorphos orbita alrededor de un asteroide más grande llamado Didymos, y los dos asteroides no se consideran una amenaza para la Tierra, lo cual es una de las razones por las que la NASA los puso en el punto de mira de la nave espacial DART para esta primera prueba de defensa planetaria.

Descubierto en 1996, Didymos, que significa «gemelo» en griego, tiene aproximadamente 800 metros de diámetro y está relativamente bien estudiado. Sin embargo, nadie había podido ver bien su pequeña luna hasta que el DART se estrelló contra ella. Los equipos han bautizado recientemente la roca espacial con el nombre de Dimorphos, que en griego significa «tener dos formas»: una antes del impacto y otra después.

La colisión se asemeja a los desesperados intentos de última hora para salvar a la Tierra de la aniquilación cósmica en las superproducciones de Hollywood. Pero, a diferencia de las tramas cinematográficas para hacer explotar los asteroides antes de que choquen con el planeta, el impacto del DART no fue un intento de arrasar el Dimorphos. Fue más bien un golpe de efecto, un empujón lo suficientemente fuerte como para cambiar la órbita del pedrusco sin romperlo en pedazos.

Para asegurarse de que esta estrategia funcione, será necesario realizar cuidadosas observaciones de seguimiento mediante un impresionante conjunto de instrumentos que ha sido puesto a disposición del sistema Didymos.

Tres minutos después de la colisión, un cubesat llamado LICIACube llegó para vigilar los restos. En los próximos días, la pequeña nave enviará a la Tierra imágenes del lugar del accidente, que los científicos estudiarán para conocer mejor la estructura y la composición del Dimorphos. El telescopio espacial James Webb y el telescopio espacial Hubble de la NASA también estaban orientados hacia el sistema Didymos en el momento del impacto, y Lucy, una nave espacial en camino hacia una extraña población de asteroides que orbita cerca de Júpiter, estaba lo suficientemente cerca como para observar el impacto también.

(Relacionado: La primera imagen del telescopio Webb de la NASA es nuestra visión más profunda del universo)

DART, la primera misión del mundo para probar la tecnología de defensa de la Tierra contra posibles peligros de asteroides o cometas, se lanzó el 23 de noviembre de 2021, a las 22:21, hora del Pacífico, en un cohete SpaceX Falcon 9 desde la Base de la Fuerza Espacial de Vandenberg, en California.

FOTOGRAFÍA DE SPACEX

El objetivo de estas observaciones es buscar cualquier indicio de brillo en el sistema de Didymos, lo que proporcionará información crucial sobre la cantidad de polvo y roca pulverizada que levantó el impacto. Más de tres docenas de telescopios terrestres se pondrán ahora a trabajar para realizar mediciones precisas de la nueva órbita del lunar. Y en 2026, una nave espacial llamada Hera, construida por la Agencia Espacial Europea (ESA), llegará para supervisar las consecuencias de la colisión.

«Esta misión inaugural de defensa planetaria marca un momento importante en la historia de la humanidad», dijo Bobby Braun, jefe del sector de exploración espacial de APL, durante una sesión informativa previa al impacto el 12 de septiembre. «Por primera vez en la historia, cambiaremos de forma medible la órbita de un cuerpo celeste en el universo».

Nuestro primer vistazo a Dimorphos

Lanzamiento del cohete DART por parte de la NASA

DART se lanzó encima de un cohete Falcon 9 de SpaceX el 23 de noviembre de 2021 y zarpó hacia su rocoso destino.

Didymos es lo que se llama un asteroide de tipo S, uno de los tipos más comunes de asteroides cercanos a la Tierra. Como muchos asteroides, Didymos es una reliquia del sistema solar naciente, que contiene registros conservados de cómo era nuestro vecindario hace 4500 millones de años.

Sin embargo, Dimorphos era un misterio hasta esta noche. Los científicos sospechaban que estaba hecho de materiales similares a los de Didymos, y suponían que podría ser un montón de escombros sueltos en lugar de un solo fragmento, pero su masa, forma y composición eran desconocidas. En las semanas previas al impacto, los miembros del equipo empezaron a especular sobre su aspecto: un hueso de perro o una rosquilla, por ejemplo, serían más difíciles de golpear. Pero una mancha redondeada sería un objetivo más fácil.

Mientras DART se dirigía a su cita con el destino, la cámara DRACO de la nave espacial obtuvo su primera visión del satélite: una luna abultado con forma de huevo y con rocas visibles en su superficie. Unos dos minutos antes del impacto, Dimorphos llenó la vista de la nave espacial. DRACO tomó imágenes una vez por segundo, creando una secuencia de encuentro cercano que contiene un tesoro de datos científicos y también reveló que la misión había tenido éxito. Cuando las transmisiones de DART terminaron, el equipo supo que la nave había alcanzado su objetivo.

«Estas imágenes continuarán hasta que dejen de hacerlo, por lo que será una mirada bastante definitiva a los momentos finales de la nave DART», dijo Chabot antes del impacto.

Una diana en el espacio

Durante la mayor parte de su viaje de 10 meses, la nave DART ni siquiera pudo ver su objetivo, sino que fue guiada de forma autónoma hasta su encuentro con Dimorphos por el software de navegación de a bordo. Después de que la pareja de asteroides apareciera como unos pequeños píxeles, el sistema de navegación SMART de DART se fijó en Didymos. En la aproximación final, unos 50 minutos antes del impacto, el sistema cambió al asteroide y guió a la nave hasta el lugar del choque. Asegurarse de que el DART se fijaba en el objeto correcto fue crucial.

Evan Smith, ingeniero adjunto de sistemas de misión del DART, dijo en una reunión informativa antes del impacto: «Ese es un momento de mucho sudor para nosotros». «Vamos a estar observando la telemetría como halcones, muy asustados, pero emocionados». Si DART fallara su objetivo, el equipo no tendría otra oportunidad hasta 2024.

«Este es un campo de par uno, así que esta vez vamos a por el golpe», dijo Smith. «Tenemos una oportunidad dentro de dos años, pero no queremos jugar esa ronda de golf».

Para probar el crucial sistema de guiado, la cámara DRACO de DART giró para observar a Júpiter y sus cuatro lunas más grandes en julio y agosto de este año. Observando cómo la luna helada Europa salía de detrás del mundo acuático, DART pudo practicar la fijación de un objeto pequeño que salía de detrás de otro más grande, de forma similar a lo que la nave espacial encontraría cuando Dimorphos rodeara la curva de su asteroide madre justo antes de la colisión.

Según la ingeniera de sistemas de la misión, Elena Adams, alinear el disparo fue como jugar a los dardos, salvo que se lanza el dardo desde el aeropuerto internacional John F. Kennedy de Nueva York a una diana en el aeropuerto internacional de Washington Dulles, en las afueras de Washington D.C.

«El dardo en sí mismo sólo mide 2,5 milímetros (es diminuto) y se toma el dardo en el JFK y se lanza a Dulles, y se da en el centro de la diana, salvo que no se sabe dónde está la diana», dijo Adams a los periodistas.

En búsqueda de asteroides mortales

La tecnología de desviación de asteroides sólo será útil si hay algo que desviar, por lo que la NASA y otras instituciones se centran en encontrar y rastrear todas las rocas espaciales que podrían estar en órbitas que cruzan la Tierra.

La evolución de la Tierra ha sido moldeada por impactos desde el principio. Cometas y asteroides han golpeado el planeta desde que era un embrión planetario fundido. Algunos de estos objetos aportaron el agua que ahora llena los océanos, lagos y arroyos de la Tierra. Otros provocaron extinciones masivas cataclísmicas.

Los científicos sospechan que hemos localizado la mayor parte de los asteroides potencialmente dañinos, definidos como cuerpos de más de 137 metros de diámetro que se acercan a ocho millones de kilómetros de la Tierra. Se han encontrado la mayoría de los más grandes, que tienen más de nueve kilómetros de diámetro y podrían causar un evento de extinción global. La agencia espacial estima que ha descubierto aproximadamente el 95% de los asteroides del tamaño de Didymos. Pero los cuerpos más pequeños, del tamaño de Dimorphos, son más difíciles de identificar y rastrear. Las rocas de ese tamaño podrían arrasar una gran ciudad, y la NASA calcula que hemos encontrado menos de la mitad de esos objetos.

«Lo más importante que tenemos que hacer primero es encontrar la población de asteroides peligrosos que hay», dijo Lindley Johnson, responsable de defensa planetaria de la NASA, en la sesión informativa. «Ahora tenemos la tecnología para hacerlo y para encontrar estos objetos años, décadas, incluso un siglo antes de que supongan una amenaza de impacto para la Tierra».

Encontrar el resto de estos asteroides, dice Johnson, tendrá que hacerse desde el espacio. En los próximos años, la NASA planea lanzar un telescopio llamado Near-Earth Object Surveyor, que será capaz de captar las firmas infrarrojas de las rocas espaciales que están ocultas por el resplandor del sol, ayudando a asegurar que la humanidad no sea sorprendida por un asteroide invisible en el futuro.

Después de que el polvo se haya asentado

En los días y semanas posteriores al impacto de DART, los telescopios terrestres de los siete continentes (incluyendo el Green Bank Telescope de Virginia Occidental, la Goldstone Deep Space Antenna de California y el Very Large Telescope de Chile) medirán con precisión la nueva órbita del asteroide.

Para que DART haya alcanzado su objetivo, el impacto tiene que haber acortado la órbita de Dimorphos, de 11 horas y 55 minutos, en sólo 73 segundos. Pero Chabot espera ver un cambio mucho mayor, más cercano a los 10 minutos.

«Podrían ser 20 minutos; podrían ser cinco minutos», dijo. «Eso va a estar relacionado con la cantidad de eyectas que se desprendan, con la cantidad de roca y material pulverizado que haya en esta colisión energética… Esa es una de las principales razones para hacer esta prueba a gran escala en el espacio».

Los cambios en la órbita ayudarán a los científicos a aprender más sobre el asteroide, pero lo más importante es que nos dirá si este tipo de impactador cinético es una opción viable para desviar asteroides peligrosos. Si llega el día en que tengamos que desviar un asteroide de verdad, la información de DART podría ser crucial para salvar el mundo con éxito.

«Si se hiciera esto para la defensa planetaria, se haría con cinco, 10 o 20 años de antelación», dijo Chabot. «Dale un pequeño empujón… No estás intentando crearte un problema en el que destruyes un asteroide y haces un montón de piezas diferentes».

Si la misión DART tiene éxito, tendremos al menos una herramienta en el trastero para alejar los peligros que llegan del cielo.

«Hacerlo tiene claros beneficios para asegurar la capacidad de la humanidad de desviar un posible asteroide amenazante en el futuro», dijo Braun. «También habla de lo lejos que ha llegado nuestro programa espacial en sólo los últimos 60 años y de lo importante que puede ser el programa espacial para todos nosotros aquí en la Tierra».

Si los dinosaurios hubieran tenido un programa espacial, dice el chiste, aún vagarían por la Tierra.

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