Los ocupantes de una cueva de Granada ya tejían cestos hace 9.500 años, entre los más antiguos del mundo

Estos cazadores-recolectores eran también habilidosos artesanos. La piezas de esparto, excepcionalmente conservadas, están decoradas con motivos geométricos y pudieron ser utilizadas a modo de relicario

Recreación artística del uso de los cestos mesolíticos por una banda de cazadores-recolectores en la Cueva de los Murciélagos de Albuñol
Recreación artística del uso de los cestos mesolíticos por una banda de cazadores-recolectores en la Cueva de los Murciélagos de Albuñol

Los cesteros tradicionales presumen de ejercer uno de los oficios más antiguos que se conocen. Lo que probablemente no saben es hasta qué punto tienen razón. Hace 9.500 años, cazadores-recolectores recogieron esparto y lo trenzaron para crear unos pequeños cestos. Los decoraron con motivos geométricos y después los depositaron como ajuar en tumbas en la Cueva de los Murciélagos, en lo que hoy es la localidad de Abuñol (Granada), al sur de Sierra Nevada. Esas piezas de cestería, excepcionalmente conservadas, son las más antiguas del sur de Europa y se encuentran entre las primeras del mundo de las que se tiene noticia.

Los cestillos fueron descubiertos por azar en el siglo XIX cuando se realizaron actividades de perforación en la cueva, en busca del guano de los murciélagos. El arqueólogo español Manuel de Góngora y Martínez los recuperó como parte de un conjunto de 76 piezas de materiales perecederos compuesto por más cestas, sandalias y varios objetos de madera. Tras la muerte del investigador, los objetos prehistóricos pasaron a formar parte de las primeras colecciones del Museo Arqueológico Nacional (MAN) en Madrid, que conserva la mayor parte, y del Museo Arqueológico y Etnológico de Granada.

Hasta ahora, se creía que todas las piezas de fibra vegetal tenían alrededor de 7.000 años, por lo que pertenecían a las primeras comunidades neolíticas dedicadas a la agricultura y la ganadería. Paradójicamente, «estaban tan bien conservadas para ser orgánicas, que algunos investigadores no podían creerse que fueran tan antiguas», afirma Ruth Maicas, conservadora del departamento de Prehistoria del MAN.

Por ese motivo, un equipo liderado por Francisco Martínez Sevilla, de la Universidad de Alcalá de Henares, volvió a datar los materiales con las técnicas más punteras de carbono catorce. Los resultados, que aparecen publicados este miércoles en la revista ‘Science Advances’, fueron inesperados. «Sorprendentemente, los cestillos más perfectos resultaron ser 2.000 años aún más antiguos de lo que se creía, del Mesolítico», dice Maicas. Siete se muestran en el MAN y un par en el museo granadino. El resto de objetos son neolíticos, entre ellos unas sandalias infantiles del número 37-38, y tienen entre 7.200 y 6.200 años.

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