La mayoría de las pirámides del antiguo Egipto se agrupan en una estrecha franja de desierto que se extiende a lo largo de la falda de la meseta del desierto occidental del país. Se da por sentado que estas monumentales estructuras se construyeron cerca de vías fluviales que facilitaron el transporte de los materiales de construcción y la mano de obra. Pero hoy el Nilo, que es el único río que riega esta inhóspita tierra, fluye a kilómetros de distancia. Y sus antiguos brazos, incluido el que debería explicar la concentración de pirámides en una franja que ahora se encuentra en pleno desierto, continúan sin conocerse bien del todo.