El misterio de los últimos mamuts: ni el clima, ni los humanos ni la genética explican su extinción

Hace unos 9.200 años, cuando el hielo llevaba varios milenios de retirada de la mayor parte del hemisferio norte, una manada de mamuts, no más de diez, quedaron aislados en el extremo norte de Siberia. El deshielo elevó las aguas y lo que antes estaba conectado al continente se convirtió en una isla, hoy llamada de Wrangel. Fue el último refugio de este imponente animal. Siendo tan pocos, las leyes de la evolución los condenaban a desaparecer. Pero el estudio de su genoma muestra que superaron la profunda endogamia en la que incurrieron, saliendo adelante: en apenas 20 generaciones ya eran unos 300, un número que le habría dado muchas papeletas para sobrevivir. Sin embargo, de la misma forma que prosperaron durante 6.000 años después de haber desaparecido del resto del planeta, se desvanecieron de forma repentina. El análisis genético de dos decenas de Mammuthus primigenius da pistas sobre lo que les pudo suceder, pero no resuelve el misterio.

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