niña en silla de ruedas

El día amanece, son las 6:40 de la mañana y la alarma suena como de costumbre. Laura abre los ojos, consigue alcanzar su móvil para apagar la alarma, pero nota cierto hormigueo en sus piernas. Se da cuenta de que algo no va bien, su cuerpo está fallando y necesita salir de la cama. Y no solo eso, tampoco puede ir al baño o beber un vaso de agua con normalidad. Sus piernas están totalmente paralizadas. Esta es una realidad del día a día en muchas personas con discapacidad. La vida nos puede sorprender cuando menos lo esperamos y quizás mañana nos falte una extremidad o un órgano sensorial. Dada la situación, nuestra mente se plantea si estamos desarrollando una discapacidad.

Actualmente es muy común diferenciar a las personas con discapacidad del resto. La OMS (2023) señala que “la discapacidad forma parte del ser humano y es consustancial a la experiencia humana. Es el resultado de la interacción entre afecciones como la demencia, la ceguera o las lesiones medulares, y una serie de factores ambientales y personales.” Una vez que sabemos esto, ¿es diferente la vida de una persona con discapacidad a la de una persona que no la tiene? Ana Vanesa lo tiene muy claro: si tiene que ir a un lugar que no esté adaptado para ella, se lo piensa dos veces. Ella posee una discapacidad física y si no recibe ayuda, no puede levantarse de la cama ni entrar o salir del baño. “Lo siento mucho, pero yo voy a los sitios a los que puedo entrar”, recalca Vanesa.

Ella ha tenido la suerte de no sentirse discriminada socialmente, de hecho, siempre se ha sentido muy apoyada, quizás porque su discapacidad llegó cuando aparecieron los 20. Este caso se encuentra fuera de lo común ya que, desgraciadamente, las personas con discapacidad sufren a lo largo de su vida todo tipo de discriminación solo por ser quienes son. Una de ellas es María, que, desde pequeña, ha recibido insultos e incluso han llegado a tirarla por las escaleras del colegio. Fue la peor etapa de su vida. Sin embargo, en el instituto, las aguas se calmaron.

A pesar de la existencia de estos seres que no respetan la dignidad de otros, siempre quedan algunos ángeles dispuestos a ayudar a quienes más lo necesitan. Es el caso de asociaciones como CERMI (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad), Fundación ONCE y, a nivel regional, FAMDIF (Federación de Asociaciones Murcianas de Personas con Discapacidad Física y Orgánica). Cada una tiene su especialidad, pero lo más importante es que todas buscan mejorar las condiciones de vida de las personas con discapacidad y sus familias.

Fue tan grande la revolución que apoyaba a las personas con discapacidad que sobrepasó las fronteras. El 13 de diciembre de 2006 fue aprobada la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad por la ONU. Este hecho marcaría un antes y un después en las vidas de estos individuos, ya que se creó con el fin de que los países de la UE se comprometieran e hicieran realidad las leyes elaboradas.

“Mucha gente supone que no podemos hacer lo mismo que los demás”

María se considera perfectamente independiente, aunque, a veces necesita la ayuda de sus padres para realizar trámites administrativos o médicos. María: “Mucha gente me dice que he llegado muy lejos por estar estudiando Medicina. Parece lógico, pero es una discriminación social por su parte. Sobre todo, odio cuando me hablan de manera infantil” Ella tiene la misma capacidad para estudiar una carrera que cualquier otra persona. De la misma manera, María posee los mismos derechos y deberes que los demás.

Un punto a favor que se lleva estudiando desde hace años ha sido el uso común de los términos “minúsvalido” o “discapacitado”. Gracias a la Ley 27/2007, de 23 de octubre, se reconocen como discriminatorios y se propuso cambiarlos por “persona con discapacidad” o “con déficit de ciudadanía”.La discriminación es algo que siempre va a existir y solo se puede evitar a través de la educación. Mientras tanto, cualquier acto discriminatorio hacia las personas con discapacidad será sancionado de manera económica, con cantidades que pueden alcanzar los 90.000 euros.

Pero, en el caso de las personas con discapacidad, ¿se les sanciona por cometer infracciones? Si hacemos una búsqueda profunda por internet nos costará encontrar información, quizás está oculta o quedan años de investigación. No existe una ley específica , pero, en los artículos 20 y 21 del Código Penal aparecen tres supuestos que reducen la responsabilidad penal en personas con discapacidad: “Que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier anomalía o alteración psíquica, no pueda comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión”; “Que al tiempo de cometer la infracción penal se halle en estado de intoxicación plena por el consumo de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas, (…), que le impida comprender la ilicitud del hecho”; y, por último, “que, por sufrir alteraciones en la percepción desde el nacimiento o desde la infancia, tenga alterada gravemente la conciencia de la realidad.”

Según Merche Borja, “la mayoría de las sentencias condenatorias no hacen mención alguna a la discapacidad del condenado.” Como bien se explica anteriormente, la discriminación es un tema de actualidad, y en este caso, se halla desde el ejercicio de la justicia.

Vulnerables ante las miradas

Hoy en día, los medios de comunicación, gracias a su función de informar a la audiencia, visibilizan los hechos discriminatorios que sufren las personas con discapacidad. Su gran poder les permite alcanzar el máximo número de espectadores, por lo que su presencia y participación en estos casos es fundamental. Sin embargo, no siempre comunican de la manera más correcta y hay muchos términos que corregir.

En primer lugar, los medios de comunicación tienden a utilizar las palabras discriminatorias como “discapacitado” o “minusválido”: “Le piden 9 años de cárcel por abusar de su hija discapacitada en la zona de Monforte”; o “Discapacitados intelectuales harán prácticas en entornos laborales normalizados”, entre otros. Otro gran error es confundir discapacidad con enfermedad. Por ejemplo, en un artículo de 2019, Vox consideró que había que “estudiar el concepto de discapacidad dentro de las enfermedades raras”. En otras ocasiones, los medios sobrepasan los límites y han llegado a publicar vídeos de agresiones a personas con discapacidad, sabiendo que es están vulnerando a su intimidad.

También es muy común que pongan el foco en la discapacidad y no en la discriminación, o incluso cuando dan voz a declaraciones en las que se usa la discapacidad como insulto o agresión para ganar fama y apoyo. Por último, y no por ello menos importante, los medios de comunicación asignan a estas personas como víctimas o heroínas. ¿De qué son víctimas exactamente? Estas personas tienen una vida diferente, como bien cuentan Vanesa y María, pero su discapacidad no les hace ser víctimas de quiénes son. Son seres humanos como los demás.

Ante esta situación, el buen ejercicio del periodista es fundamental a la hora de comunicar o transmitir información que involucre o incluya a personas con discapacidad. En el artículo 7 del Código Deontológico aprobado por FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas españoles) en 1993 se redacta lo siguiente: “El periodista extremará su celo profesional en el respeto a los derechos de los más débiles y los discriminados. Por ello, debe mantener una especial sensibilidad en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptibles de incitar a la violencia o a prácticas humanas degradantes.

a) Debe, por ello, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona o cualquier enfermedad o minusvalía física o mental que padezca.

b) Debe también abstenerse de publicar tales datos, salvo que guarden relación directa con la información publicada.

c) Debe, finalmente, y con carácter general, evitar expresiones o testimonios vejatorios o lesivos para la condición personal de los individuos y su integridad física y moral”

Existe la teoría, pero no se practica. Si el periodista no realiza su labor de manera ética, cumpliendo con el Código Deontológico, es muy difícil que haya avances en la comunicación. Mientras tanto, María, Vanesa, y el resto de personas con discapacidad que nos rodean seguirán denunciando su situación. Como ellas dicen, son personas y simplemente por el hecho de serlo, merecen tener una vida digna, sin necesidad de recibir estos tipos de discriminación. No son menos capaces, no son menos válidas y no son menos personas. Son seres humanos que persiguen sueños, y uno de ellos es vivir en paz. Otro es seguir disfrutando de la oportunidad que les brindó la vida, que no es ni más ni menos que la suerte de poder vivirla.

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