“Aquí no solo cultivamos tomates, cultivamos comunidad”
El solar que durante años estuvo abandonado entre las calles Monte Carmelo y Floridablanca hoy huele a albahaca, suena a risas y luce como un oasis urbano. Los vecinos del barrio del Infante han creado un jardín comunitario que no solo produce alimentos, sino también conciencia ecológica y convivencia.
Charlamos con algunos de los impulsores y participantes del proyecto:
María López, presidenta de la Asociación Cultural Infante Juan Manuel:
“La idea surgió después del confinamiento. Queríamos un espacio vivo, que uniera a generaciones, y que al mismo tiempo enseñara sostenibilidad con hechos, no con discursos. Aquí cada metro cuadrado tiene cariño.”
Carlos Jiménez, 41 años, profesor y vecino voluntario:
“Yo vengo con mis hijas los sábados por la mañana. Plantamos lechugas, recogemos zanahorias, aprendemos juntos. Es increíble ver cómo los niños se desconectan de las pantallas cuando ven una semilla brotar.”
Amparo Martínez, 69 años, jubilada:
“Esto me ha dado vida. Antes casi no salía. Ahora tengo mi parcelita con tomates y calabacines. Y he hecho amigas nuevas. Además, se hace compost, no se desperdicia nada, y eso me encanta.”
Omar Boulahia, 25 años, estudiante de ingeniería agrónoma:
“Ayudo con el riego automático y la planificación del cultivo. Usamos técnicas ecológicas, sin pesticidas, con rotación. Es un laboratorio vivo. Y ver cómo lo cuidan los vecinos es emocionante.”
Lucía Torres, 17 años, alumna de bachillerato y participante en los talleres:
“Aquí aprendemos cosas que no están en los libros. Cómo se cultiva, cómo se respeta el tiempo de la tierra. Es otra forma de aprender y de entender el planeta.”
El Ayuntamiento ha apoyado la iniciativa cediendo el terreno y ofreciendo asesoría técnica. Ya se está estudiando su posible expansión a otros espacios de la ciudad.
María López lo resume así:
“Sembramos verduras, sí… pero también respeto, cooperación y esperanza. Eso no se vende en supermercados.”