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Cuando hablamos de moda en los años 2000, es imposible no mencionar Sex and the City. Más allá de su trama de amistad y amor en Nueva York, la serie se convirtió en un verdadero fenómeno de estilo. Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda no solo marcaban tendencia en pantalla, sino que influenciaban directamente la forma en que las mujeres se vestían en todo el mundo.

Carrie Bradshaw: la it girl original

Sarah Jessica Parker dio vida a una Carrie adicta a los zapatos (especialmente Manolo Blahnik) y al riesgo estilístico. No había reglas para ella: tutús con camisetas, bolsos vintage mezclados con alta costura, y combinaciones que nadie más se atrevía a usar. Su estilo libre, caótico y chic sentó las bases para la estética experimental de los 2000.

Samantha Jones: empoderamiento en tacones

Samantha fue una de las primeras en vestir trajes con un toque sexy, blazers ceñidos, escotes marcados y colores vibrantes. Representaba a la mujer poderosa, segura y sin miedo a destacar, con looks que hoy podrían estar perfectamente en un desfile de Versace.

Charlotte York: el clásico renovado

Charlotte era la más tradicional, pero eso no significaba aburrida. Sus vestidos femeninos, estampados florales, perlas y paletas suaves influenciaron la vuelta del estilo preppy en los 2000, muy alineado con marcas como Ralph Lauren y Tory Burch.

Miranda Hobbes: minimalismo urbano

Miranda adoptó un estilo más sobrio, pero también evolutivo. Desde los trajes de oficina hasta prendas más casuales y sofisticadas, su look representa el minimalismo moderno que muchas mujeres urbanas abrazaron en los 2000.

SATC como escaparate de diseñadores

Sex and the City funcionó como una pasarela en movimiento. Aparecían marcas como Fendi, Prada, Dior, Vivienne Westwood o Dolce & Gabbana, acercando la alta costura a la televisión y creando deseo alrededor de piezas específicas como el bolso baguette de Fendi, el vestido de John Galliano para Dior o el icónico corset de Vivienne Westwood.


Legado en la moda actual

Hoy, la influencia de Sex and the City sigue viva. Instagram, TikTok y hasta series modernas como Emily in Paris replican su enfoque estilístico: maximalismo, mezcla de texturas, libertad creativa y, sobre todo, la moda como una forma de expresión personal.