Con su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha anunciado una serie de medidas clave que marcarán su segundo mandato y que ya están generando un profundo impacto en la política estadounidense y global. Con promesas de cambio en temas de inmigración, economía y política exterior, Trump asegura que busca “recuperar la grandeza de Estados Unidos” y poner en primer plano los intereses del país.
Inmigración: una política de «tolerancia cero»
La inmigración es uno de los pilares de la agenda de Trump, y su administración ha prometido endurecer las medidas en la frontera sur. El presidente planea retomar la construcción del muro fronterizo con México, y se espera un aumento en las deportaciones de inmigrantes indocumentados. Además, Trump ha manifestado su intención de restringir el asilo y limitar la migración legal, en especial en lo relativo a la reunificación familiar y los visados de trabajo. Este enfoque ha generado controversia y protestas, especialmente en estados con grandes comunidades migrantes, mientras que sus seguidores lo ven como una medida necesaria para «proteger la seguridad y los empleos de los estadounidenses».
Política económica: reducción de impuestos y desregulación
En el ámbito económico, Trump ha anunciado una nueva ronda de recortes de impuestos para empresas y familias, con el objetivo de “revitalizar la economía nacional”. Esta política de reducción de impuestos, similar a la implementada en su primer mandato, apunta a incentivar la inversión y el consumo interno. Paralelamente, el presidente ha prometido eliminar regulaciones ambientales y laborales que, según su visión, limitan la capacidad de las empresas estadounidenses para competir globalmente. Los economistas advierten, sin embargo, que esta estrategia podría incrementar la deuda pública y profundizar la desigualdad, aunque la administración sostiene que su enfoque impulsará el crecimiento.
Política exterior: «Estados Unidos primero» y realineamiento global
Trump ha reafirmado su enfoque de “Estados Unidos primero” en la política exterior, con el objetivo de reducir la intervención estadounidense en conflictos extranjeros y centrar los recursos en el país. Entre sus primeros anuncios está la intención de renegociar o retirar acuerdos comerciales y militares que, según él, “no benefician a Estados Unidos”. Su postura hacia organizaciones internacionales también se anticipa crítica, con posibles reducciones en la financiación de organismos como la ONU y la OTAN.
Respecto a China, Trump ha dejado claro que continuará la línea dura, manteniendo aranceles y limitando la colaboración tecnológica para “proteger la soberanía y los intereses económicos estadounidenses”. Esta política ha tensado las relaciones entre las dos potencias, con posibles repercusiones en el comercio y la estabilidad global.
Derechos sociales y políticas medioambientales: rumbo hacia el conservadurismo
La administración Trump ha señalado su intención de desmantelar políticas progresistas implementadas por administraciones anteriores en áreas como derechos sociales y medioambientales. Entre sus objetivos se incluye la derogación de políticas de protección ambiental, incluyendo la reincorporación de energías fósiles como el carbón y el petróleo, en una clara apuesta por la independencia energética. Además, ha expresado su oposición a legislaciones que amplían derechos en el ámbito de la salud reproductiva y los derechos de la comunidad LGBTQ+, lo que apunta a un retroceso en algunas políticas sociales.
Seguridad interna y ley y orden
En cuanto a seguridad, Trump ha prometido reforzar el presupuesto de la policía y adoptar un enfoque de «ley y orden», particularmente en respuesta a las protestas sociales y el crimen urbano. Su gobierno plantea incrementar los fondos para las fuerzas de seguridad y endurecer las penas para delitos violentos, lo cual ha generado críticas en sectores que ven en esta política un riesgo para los derechos civiles y una posible exacerbación de la discriminación racial.
Un mandato polarizador y de impacto global
El retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha generado tanto expectativas como divisiones dentro y fuera del país. Para sus seguidores, representa la vuelta de un liderazgo fuerte que busca priorizar la economía y la seguridad nacional; para sus detractores, un retroceso en derechos y relaciones internacionales. Con una serie de decisiones clave en el horizonte, los próximos años prometen transformar profundamente el rumbo de Estados Unidos y sus relaciones globales.
