Exposición contemporánea en el Museo de Bellas Arte de Murcia

El museo presenta una selección de más de una treintena de obras del murciano, a las que añade trabajos de catorce artistas actuales que ‘dialogan’ con el maestro con la huerta como eje central

José Antonio Molina Sánchez (Murcia, 1918-2009) perteneció a una generación de esas que llaman ‘perdidas’, o ‘puente’, entre la de posguerra y la del 27. Además, siempre huyó de la autopromoción: dejó que su arte hablara por él, pero, por desgracia, la cultura no siempre cuenta con el favor del foco mediático; y eso a él no podía importarle menos, pero la realidad es que, en ocasiones, da la sensación de que no tiene el reconocimiento que merece, pese a ser uno de nuestros murcianos más internacionales (sobre todo, en su época). Por eso es conveniente, con frecuencia, revisar su obra, y acercarla a las nuevas generaciones. Y eso es lo que se han propuesto hacer el Instituto de las Industrias Culturas y las Artes (ICA) y la Fundación Molina Sánchez con una muestra que se inauguró ayer en el Mubam.

Se trata de Molina Sánchez. Huerta de Salabosque, que podrá visitarse en el Museo de Bellas Artes de Murcia hasta el próximo 23 de febrero –de martes a viernes, en horario de mañana y tarde, y los domingos y festivos, de 11.00 a 14.00 horas–, y que cuenta con una selección de más de una treintena de obras del artista que, cedidas por la Fundación, permiten «hacer un recorrido por su evolución pictórica». Además, «se muestran objetos personales del estudio del creador, así como bocetos y un libro de un viaje a África», explican desde el Mubam.

Especialmente significativa es esta última pieza, pues su experiencia en el continente fue «transformadora» para el murciano, y quizá el más palpable de los ejemplos de hasta qué punto Molina Sánchez buscó la inspiración más allá de nuestras fronteras, llegando a viajar con fines formativos a Italia y Francia y exponiendo en Estrasburgo, Basilea (Suiza) y, muy particularmente, en Lisboa (Portugal), pues su obra tuvo especial predicamento en el país vecino.

No obstante, y pese a todo, Molina Sánchez no pudo (ni quiso) sacarse a Murcia de la cabeza, y si por algo pasará a la historia es por sus ‘ángeles’ y, por supuesto, por su huerta, que retrató con su particular estilo, ajeno a casi que cualquier movimiento. De ahí el nombre de la huerta, que recuerda también el lugar en el que tenía su estudio, Salabosque. Pero lejos de una mera sucesión de obras del artista en torno al más murciano de los paisajes, la comisaria de la muestra, Victoria Sánchez Giner, profesora titular en la Facultad de Bellas Artes de la UMU, ha querido acercar su imaginario –y personal homenaje a la huerta– de «una forma diferente», señala en la mañana de este lunes la consejera Carmen Conesa, que presentó la exposición ante los medios horas antes de su inauguración oficial.

La Opinión de Murcia – Asier Ganuza