Cada año, cuando se acercan los Grammy o los Latin Grammy, se repite la misma escena: redes sociales llenas de debates, artistas celebrando (o reclamando), y un público dividido entre la emoción y el escepticismo. Y surge la pregunta inevitable: ¿siguen siendo realmente relevantes estos premios en la era del streaming y la democratización musical?



El prestigio aún es importante
No se puede negar que ganar un Grammy sigue siendo un sello para muchos artistas. Es una carta de presentación, una palmadita institucional que, al menos en teoría, reconoce la calidad artística. Muchos músicos independientes sueñan con tener esa estatuilla, no tanto por fama, sino por lo que representa: el reconocimiento de tus pares.
¿Representan lo mejor de la música?
Aquí está el problema. A lo largo de los años, se ha hecho evidente que muchos de estos premios no reflejan necesariamente el pulso real de lo que está pasando en la música. Grandes artistas han sido ignorados por años, mientras que otros ganan más por trayectoria o popularidad que por innovación o calidad.
Además, las categorías a veces parecen mal definidas o incluso forzadas. En los Latin Grammy, por ejemplo, se ha criticado constantemente la falta de reconocimiento al reggaetón, a pesar de que es uno de los géneros más escuchados del mundo.
El mundo está cambiando
Hoy, un artista puede ser global sin necesidad de un gran disco, sin sonar en la radio, y sin tener un Grammy. Plataformas como TikTok, YouTube, y Spotify han roto los esquemas tradicionales. El público decide a quién escuchar, no una academia encerrada en criterios que a veces parecen desconectados de la realidad.

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¿Entonces, valen o no?
La respuesta no es blanco o negro. Siguen teniendo peso, pero ya no definen el éxito. Lo importante, quizás, es que la música ha dejado de depender de instituciones para validarse. Hoy, la relevancia se mide en conexión real con el público.