Rosalía nos sorprende con «Motomami» en un momento en el que el tiempo no estaba precisamente a su favor. Mientras otros artistas de su generación marcaban el rumbo con sonidos más tradicionales o álbumes inesperados, Rosalía mantenía el silencio. Sin embargo, con el lanzamiento de «La fama» y luego «Saoko», las dudas sobre el rumbo que tomaría su nueva música se intensificaron. ¿Se inclinaría por colaboraciones más comerciales o continuaría explorando nuevos territorios musicales?
La respuesta está en «Motomami», un trabajo que explora una amplia gama de referencias y muestra un yo menos universalizable que en sus álbumes anteriores. Con dieciséis canciones, el EP es una montaña rusa de giros inesperados que pueden resultar agotadores, pero que también ofrecen momentos emocionantes. Rosalía no teme experimentar, desde su influencia japonesa hasta incursiones en la PC Music y el IDM, pasando por pinceladas de jazz, bolero y sonidos de rave.
Grabado en diferentes lugares como Miami, Los Ángeles y Barcelona, el EP cuenta con una lista impresionante de productores y colaboradores, lo que contribuye a su diversidad sonora. La voz de Rosalía brilla en algunos cortes, como la balada «Hentai» y la autotuneada «Como un G», pero en general se mantiene en un segundo plano en comparación con sus trabajos anteriores. El spanglish y la influencia hip hop urbana se hacen evidentes en las letras, que reflejan la vida de Rosalía en Miami y exploran temas como la fe y el empoderamiento.
«Motomami» es un trabajo autorreferencial que muestra la evolución de Rosalía como artista y como persona. Aunque puede carecer del misterio y la magia de sus trabajos anteriores, aporta una honestidad y una velocidad que hacen que sea fácil de digerir. Es un reflejo del mundo contemporáneo, donde la contradicción y la autoaceptación conviven en armonía. En resumen, «Motomami» es un testimonio de la metamorfosis esencial de Rosalía y una afirmación de su lugar en el panorama musical actual.
