EUROVISIONADOS

Eurovisión en sus inicios
El Festival de la Canción de Eurovisión es uno de los concursos musicales más antiguos y populares del mundo, creado por la Unión Europea de Radiodifusión (UER) en 1956. Eurovisión comenzó con una motivación muy bonita y altruista, que es unir en una noche musical a todos los países que poco más de una década antes se había enfrentado en la Segunda Guerra Mundial. Además, encajaba a la perfección con un invento que en aquellos años todavía estaba en proceso de llegar a los hogares de la gente, la televisión. El primer festival se celebró el 24 de mayo de 1956 en Lugano, Suiza siendo siete países participantes, Suiza, Francia, Luxemburgo, Alemania, Bélgica, Países Bajos e Italia. Suiza ganó esta primera edición con la canción «Refrain», interpretada por Lys Assia, y pronto se unirían al festival otras grandes potencias europeas como el Reino Unido, España o Yugoslavia.
Entonces, era obligatorio que las canciones estuvieran en el idioma del país al que representaban, por lo que las diferencias entre las candidaturas eran notorias. Eurovisión ha sido siempre un reflejo de la sociedad y los gustos musicales de cada época, predominando en los 50 una música baladesca, casi infantil, pasando en los 60 al pop (o yeyé, como lo llamamos aquí), y así sucesivamente.
Evolución
Crecimiento de participantes:
En sus primeras décadas, Eurovisión se limitaba a países europeos miembros de la UER, pero a partir de los años 90, países del antiguo bloque soviético y de los Balcanes se unieron, expandiendo su alcance. En la actualidad, participan más de 40 países, incluyendo naciones fuera de Europa como Israel, Australia y Azerbaiyán.
Formato del concurso:
De 1956 a 1974 los participantes eran elegidos por las televisiones nacionales y un jurado decidía el ganador entre estas, en 1975 se introdujo el sistema de votación por puntos (del 1 al 12), lo que se convirtió en una tradición del evento. Fue a partir del 2000 que el televoto permitió al público general participar en la elección del ganador desde casa, aunque en combinación con los puntos otorgados por parte de un jurado profesional de cada país. De 2016 en adelante se separaron los resultados del jurado y del televoto para crear más suspense hasta el final de las votaciones para que no se supiera quién era el ganador hasta el último momento.
Idioma de las canciones:
Durante décadas, los países tenían que cantar en sus idiomas oficiales, pero en 1973 se permitió cantar en cualquier idioma, lo que favoreció canciones en inglés. Desde 1999, no hay restricciones de idioma en el concurso.
Expansión global:
En 2015, Australia fue invitada como participante especial al Festival, y debido a su popularidad en el mismo, se ha convertido en un participante habitual desde entonces. Aunque el concurso está centrado en Europa, tiene una enorme audiencia internacional en América, Asia y Oceanía.
Eurovisión, el trampolín de las estrellas
Eurovisión celebra la diversidad cultural, la innovación musical y la inclusión social. Muchos artistas se dieron cuenta de la visibilidad que daba participar en el Festival, y ponían todo su empeño en llegar a ser los representantes de sus países. Por eso, llegaron a Eurovisión grupos ahora legendarios como los suecos ABBA, que ganaron en 1974, Celine Dion, ganadora por Suiza en 1988 o Katrina and the Waves, que se llevó el gato al agua en 1997. De hecho, aunque mucha gente no lo sepa, una de las canciones más universales de la historia, como es la italiana Volaré, participó en Eurovisión, interpretada por el artista Domenico Modugno en el año 1958 o Måneskin (Italia, 2021): Tras su victoria con «Zitti e buoni», que lograron reconocimiento global.
¿Por qué ver hoy Eurovisión?
El Festival es un espectáculo multimedia, lleno de música, luces y extravagancia. Ha trascendido su origen como un concurso musical para convertirse en un símbolo de integración, diversidad y entretenimiento global. Eurovisión no solo es una plataforma para artistas emergentes, sino también un evento que une a millones de personas a través de la música.
El Festival de Eurovisión ha vivido una enorme transformación en este siglo XXI, además de sucederse los récords en cuanto al número de participantes y, por consiguiente, de las audiencias, llegando a superar los 200 millones de telespectadores anuales, también el propio espectáculo se ha profesionalizado mucho. Es cierto que, debido a la globalización, que también afecta al ámbito musical, y al cada vez más generalizado uso del inglés, las canciones cada vez son más homogéneas. Pero esto hace también, que cada vez que un país arriesga, suele conseguir un gran resultado. Aunque es un concurso apolítico, las canciones y las votaciones a menudo reflejan las tensiones y alianzas políticas de Europa.
Durante unos años, ganaron canciones que se podrían considerar “festivaleras”, música sencilla, bailable y pegadiza. Pero también han ganado grupos de heavy metal, como Lordi, por Finlandia en el año 2006, o baladas intimistas cercanas al jazz como Salvador Sobral por Portugal en 2017. Incluso, aunque no suelen ganar, hay países que se han decidido por burlarse de Europa con temas divertidos como Rambo Amadeus en 2012, que representó a Montenegro con un rap ecologista y anticapitalista de lo más hilarante. O Irlanda, que en 2008 llevó la marioneta de un pavo (Dustin the Turkey). Se puede encontrar cualquier cosa en Eurovisión.