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A pesar de los avances significativos en las últimas décadas, la plena integración de la mujer en la economía mundial sigue siendo una promesa incumplida, pero su contribución y el potencial de su empoderamiento son inmensurables para el crecimiento global.

El papel de la mujer en la economía ha evolucionado drásticamente, pasando de ser una fuerza laboral mayoritariamente relegada a roles informales y no remunerados, a una presencia cada vez más visible y vital en todos los sectores. Sin embargo, persisten brechas y barreras estructurales que impiden que la mitad de la población mundial alcance su máximo potencial económico, lo que representa una pérdida cuantificable para el Producto Interno Bruto (PIB) global.

Contribución Crucial, a menudo Invisible:

Las mujeres constituyen aproximadamente el 42% de la fuerza laboral global, pero su impacto va mucho más allá de las cifras de empleo formal. Gran parte de su contribución económica se realiza a través del trabajo de cuidados no remunerado, que incluye el cuidado de niños, ancianos y tareas domésticas. Estimaciones conservadoras sugieren que si este trabajo se monetizara, su valor superaría el 40% del PIB en algunos países. Este rol es fundamental para la reproducción del capital humano y el bienestar social, permitiendo que otros miembros de la familia se formen profesionalmente y participen en la fuerza laboral remunerada.

Además, el empoderamiento económico de la mujer ha demostrado ser un factor clave en la reducción de la pobreza y el aumento del PIB. Diversos estudios, incluido el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, estiman que empoderar plenamente a la mujer podría sumar hasta 12 billones de dólares al PIB global. Las empresas con mayor representación femenina en puestos directivos superiores suelen registrar mejores resultados en todos los ámbitos de desempeño.

Brechas y Desafíos Persistentes:

A pesar de esta contribución innegable, las mujeres enfrentan obstáculos significativos que perpetúan la brecha de género económica:

  1. Restricciones Legales: Más de 2.700 millones de mujeres en todo el mundo están sujetas a restricciones legales que limitan su libertad de elección de trabajo, y muchas economías carecen de legislación sobre acoso sexual en el lugar de trabajo.
  2. Brecha en la Participación Laboral: La brecha global en la participación en la fuerza laboral se mantiene en torno al 30% desde 1990 (50% de mujeres frente al 80% de hombres). La "penalización por maternidad" agrava esta situación, con una caída en la participación femenina al tener hijos menores de seis años.
  3. Brecha Salarial y Puestos de Baja Categoría: Las mujeres siguen ocupando mayoritariamente trabajos a tiempo parcial, peor remunerados, y están sobrerrepresentadas en sectores de baja categoría. Incluso en el mismo puesto, la brecha salarial persiste.
  4. Acceso a Financiamiento y Redes: Las mujeres emprendedoras a menudo enfrentan dificultades para obtener financiación de capital de riesgo, lidiando con sesgos de género que enfocan las preguntas hacia los riesgos en lugar de las oportunidades. Además, tienen menos acceso a redes de apoyo y mentoría.
  5. Conciliación y Corresponsabilidad: La desproporcionada carga del trabajo de cuidados no remunerado impide que las mujeres se inserten plenamente en el mercado laboral o asciendan en sus carreras. Se necesitan servicios de cuidado asequibles y una mayor corresponsabilidad.
  6. Barreras Culturales y Estereotipos: Prejuicios sociales y culturales, así como estereotipos de género, merman la confianza de las mujeres y limitan su progreso en el ámbito empresarial y directivo.

El Largo Camino Hacia la Paridad:

Según el Informe Global de la Brecha de Género 2024 del Foro Económico Mundial, al ritmo actual de progreso, se tardarán 134 años en alcanzar la plena paridad de género a nivel mundial, lo que equivale a unas cinco generaciones más allá del objetivo de desarrollo sostenible para 2030. Europa lidera en igualdad de género en muchos aspectos, con países como España e Irlanda entre los diez primeros. Sin embargo, incluso en regiones avanzadas, el empoderamiento político sigue siendo la brecha más grande a cerrar.

Un Llamado a la Acción:

Cerrar la brecha de género no es solo una cuestión de justicia social, sino un imperativo económico. Impulsar la igualdad de género es una de las contribuciones más importantes al desarrollo humano y sostenible. Requiere un liderazgo político firme, inversiones significativas y reformas políticas integrales para desmantelar las barreras sistémicas. Solo liberando el poder económico de la mujer, el mundo podrá alcanzar su verdadero potencial de crecimiento, innovación y prosperidad.