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El 26 de enero, un equipo de investigadores de las islas Canarias vio algo que nadie en la Tierra había documentado antes: un rape abisal (o diablo negro) abriéndose paso lentamente hacia la superficie del océano.

“Fue como un sueño hecho realidad”, dice David Jara Bogunyà, fotógrafo de fauna marina de la ONG Condrik Tenerife. “Cuando era niño, tenía un libro con algunas criaturas de las profundidades marinas, y me encantaban las ilustraciones. Me parecían una locura. Los animales no parecían reales”, recuerda.

Sin embargo, durante aproximadamente una hora, Jara y sus colegas a bordo del buque Glaucus fotografiaron y nadaron junto al diablo negro, una especie que suele habitar la columna oceánica a profundidades de entre 200 y 2000 metros.

El diablo negro (Melanocetus johnsonii) pertenece a un género que se traduce como “monstruo marino negro”, un nombre apropiado dadas sus mandíbulas abiertas, sus afilados colmillos y los señuelos bioluminiscentes que llevan en la fren

pez

te y que utiliza para engañar a sus presas. Es realmente aterrador, pero sólo si eres del tamaño de Nemo y Dory: estos peces sólo miden unos 15 centímetros.

A medida que el vídeo del diablo negro se difundía por Internet, los expertos se han mostrado muy emocionados por lo inusual del avistamiento.

“Cuando vi el vídeo por primera vez, sinceramente no me creía lo que estaba viendo”, dice Kory Evans, biólogo de peces de la Universidad Rice (en Texas, Estados Unidos): “Pensé que era inteligencia artificial”.

“Es muy raro ver a un animal de las profundidades marinas tan cerca de la superficie”, afirma Bruce Robison, científico del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (California).

Robison lo sabe mejor que nadie: él es el único que había conseguido grabar con anterioridad a diablo negro vivo, un espécimen avistado a 570 metros de profundidad por el vehículo teledirigido Doc Ricketts en la bahía de Monterrey en 2014.

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