
Por qué la carga mental desborda a las mujeres y lastra la igualdad
La carga mental: una sobrecarga invisible que sigue recayendo sobre las mujeres
La carga mental, entendida como el esfuerzo cognitivo y emocional que implica planificar, organizar y anticipar tareas del hogar y cuidado familiar, sigue siendo una carga desproporcionada para las mujeres. Aunque históricamente vinculada a los cuidados de mayores o al entorno laboral, fue la socióloga Susan Walzer quien en 1996 popularizó su uso en el ámbito doméstico con su estudio Thinking about the baby.
Investigadoras como Montserrat Lacalle, psicóloga de la Universidad Autónoma de Barcelona, explican que las mujeres siguen liderando los cuidados y, pese a su incorporación al mercado laboral, no se ha producido un reparto equitativo de las responsabilidades del hogar, generando una saturación constante. Este desequilibrio genera un estrés persistente que afecta a la salud física y emocional, manifestándose en agotamiento, irritabilidad, insatisfacción o alteraciones del sueño.
Un estudio europeo reciente destaca que, aunque algunas tareas se comparten, el trabajo cognitivo –aquellas acciones invisibles como prever, planificar o recordar tareas familiares– sigue siendo asumido mayoritariamente por mujeres. Este desequilibrio limita sus oportunidades de desarrollo profesional y personal.
Expertas subrayan que no se trata de una cuestión de habilidad natural, sino de normas de género y expectativas sociales. Además, se pone el foco en la necesidad de que las mujeres aprendan a delegar sin culpa y en reconocer las tareas que se realizan a diario como parte de la solución.
Durante la pandemia, esta situación se agravó. Muchas mujeres, sobre todo madres y cuidadoras, experimentaron una carga mental aún mayor trabajando desde casa, sin que ello implicara una disminución del estrés ni de las responsabilidades.
Para avanzar hacia una igualdad real, es esencial visibilizar este tipo de trabajo invisible. Nombrarlo es el primer paso. El cambio pasa por la concienciación, el reparto real de responsabilidades y el compromiso de la sociedad, las empresas y los responsables políticos para reducir esta carga silenciosa que impacta en el bienestar y las oportunidades de millones de mujeres.