Por admin

Durante décadas, los videojuegos fueron considerados un pasatiempo de unos pocos entusiastas. Sin embargo, todo cambió entre fines de los años 80 y principios de los 90, cuando la industria experimentó su primer gran boom mundial. Consolas como la Nintendo Entertainment System (NES) y la Sega Genesis llevaron los videojuegos del salón recreativo al living de millones de hogares, transformando la cultura gamer en un fenómeno global.

Este primer auge coincidió con la consolidación de íconos como Super Mario, Sonic the Hedgehog, The Legend of Zelda y Street Fighter, que no solo revolucionaron la jugabilidad, sino que también comenzaron a moldear el lenguaje visual, sonoro y narrativo del gaming. Para muchos, esta fue la "edad de oro" de los videojuegos.

Pero el verdadero salto masivo llegó en los 2000, con el acceso a internet de banda ancha, el juego en línea y la aparición de consolas como la PlayStation 2, Xbox y más tarde la PS3 y Xbox 360. A partir de ese momento, el videojuego dejó de ser un entretenimiento aislado para convertirse en una experiencia social, con comunidades globales y competencias en tiempo real.

El fenómeno continuó creciendo gracias a los smartphones, que llevaron los videojuegos a los bolsillos de miles de millones de personas, y con los eSports, que convirtieron el gaming en un deporte con estadios llenos, transmisiones en vivo y premios millonarios.

Hoy, los videojuegos no solo superan a la industria del cine y la música en ingresos, sino que son una de las expresiones culturales más influyentes del siglo XXI. Su boom no fue un evento único, sino una serie de explosiones que, década tras década, expandieron los límites de lo posible en términos de tecnología, narrativa y experiencia interactiva.