Morfología de una medusa:

Las medusas tienen forma de campana o sombrilla. La zona aboral (el polo opuesto a la boca, véase simetría radial) es convexa y se denomina exumbrela y la zona oral, cóncava, subumbrela. De ésta cuelga el manubrio, en el extremo del cual se abre la boca. Del borde de la exumbrela cuelgan varios tentáculos provistos de numerosos cnidocitos, las células urticantes típicas de los cnidarios.

El tejido que forma su cuerpo se denomina mesoglea y, a diferencia de los pólipos, es típicamente muy grueso; suele ser gelatinoso, pero puede alcanzar consistencia cartilaginosa en algunas especies.

El cuerpo está dividido en un estómago central y cuatro bolsas gástricas, que dan origen a los canales radiales a través de los cuales se distribuyen con mayor facilidad los nutrientes. Las medusas tienen una marcada simetría tetrámera, marcada por el número de bolsas gástricas y canales radiales que es generalmente múltiplo de cuatro. Las gónadas están dispuesta en los septos o bolsas gástricas, siendo visibles ya que no poseen la misma transparencia del resto del cuerpo.

Situada en la parte inferior central de la medusa se encuentra la boca, en una prolongación tubular conocida como manubrio. Este cuerpo de forma cuadrangular posee 4 tentáculos o brazos orales colgantes, que la medusa utiliza en su alimentación. Además el borde de la umbrela también está provisto de otros tentáculos cortos y órganos sensitivos, que se corresponden con el sentido de la vista, de respuesta a estímulos mecánicos y el equilibrio. Cada uno de los tentáculos, incluyendo los brazos orales y los del borde la umbrela, van equipados con cnidocitos para la inoculación del veneno que producen y resulta letal para muchos animales.

Las células epiteliomusculares situadas en el borde de la umbrela se encuentran especializadas y son las principales responsables de que la medusa se pueda mover libremente. Estas células están conectadas a una red nerviosa difusa, que permite el desplazamiento mediante contracciones. Cuando se contraen expulsan el agua que se encuentra dentro de la cavidad subumbelar con mucha presión, dándoles el impulso que necesitan para moverse. Mientras que en la relajación vuelven a hacer una recarga de agua y se preparan para otra contracción. 

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