
Pobres criaturas, afortunados espectadores
Texto: José Miguel Lax Asís
Giórgos Lánthimos lo ha vuelto a hacer. Pobres criaturas, la nueva y esperada cinta del director griego, nos transporta a una Inglaterra victoriana con estética steampunk que nos llevará a un recorrido por la vieja Europa con ojos nuevos.
Un estelar elenco en donde Emma Stone brilla sobremanera, y que conseguirá acercar al público a una visión de lo femenino basado en los placeres impulsivos propios de una niña de ocho años, que poco a poco se irán volviendo irrefutables y cerebrales a medida que avanza en conocimientos.
Un soberbio William Dafoe hará las veces de una especie de doctor Víctor Frankenstein, pero con las cicatrices del monstruo de la novela de Mary Shelley. Doctor que experimentará con su paciente y con los espectadores, pues veremos la evolución del “monstruo” que ha creado, fascinando e incomodando a partes iguales.
Esta película guarda las características propias de los personajes que aparecen en la trayectoria fílmica de este director: carentes de sentimientos, rozando el asperger (si es analizado desde el punto de vista de una persona “racional”), desapasionados y cínicos, pero que, a la vez, no son nada de eso. Personajes que llevarán al resto del plantel, donde destaca de forma excepcional Mark Ruffalo, al borde del delirio, en un recorrido propio del surrealismo borgiano.
El largometraje no trata de ser lo que no es, donde ocurren cosas inexplicables que no intentan ser explicadas y que, en manos de directores como Nolan, se alargaría una hora más, queriendo dar una base epistemológica y una pátina científica al relato que terminará por insultar a un espectador al que cree imbécil.
Lánthimos no justifica lo injustificable y no aburre en cosas que, por mucho que traten de convencerte lo son, como un viaje en crucero, que será parte del viaje por el mundo que veremos a través de las gafas de una niña en el cuerpo de Emma Stone, fascinada con las maravillas y sobrecogida por las maldades de un mundo bello y cruel.
No entraremos en el debate de empoderamiento feminista al que algunos intentan llevar, de forma errónea, a esta singular película. Es una oda al descubrimiento, que analiza las pasiones de una forma desapasionada, buscando la postura más cerebral y práctica a una situación determinada, que explora los placeres de una vida a ratos cansada, que trata de encontrar diversión en las situaciones más cotidianas. Pobres criaturas es la Venus de Milo de Lánthimos, donde la falta de algunos elementos, como la ausencia de brazos en la escultura, no la hacen menos bella.
Utilizando argot de la generación Z: Pobres Criaturas, Por el Culo.